lunes, 9 de junio de 2008

GRAFIAS DEL SILENCIO



GRAFIAS DEL SILENCIO


I
Hoy sueño tus labios poblados de besos;
tus ojos, discos de maternal cariño;
tu cuerpo, dalla que acaricia un niño...
de pronto siembro en tu cuerpo mis versos.
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El holocausto a la divinidad
es verte reflejada en mí y yo en ti,
ser uno en el manto carmesí
que es el rescate a la eternidad.
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Contemplarte es una bienaventuranza
que agradeceré por siempre la dádiva
del Padre digno de toda alabanza.
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¡Padre mío! ¡Docto de orden imperativa,
el incienso de mi agradecimiento
te entrego con fuerzas de sentimiento!
II
Tu blusa el lirio rojo de mi sacrificio
en el prado de relumbrantes pastizales.
Tus labios, flores de irreverentes claveles
me recuerdan que añorarte es mi oficio.
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¿Sabes? Encontré cambiado tu sugestivo nombre
con el cual comíamos ocas sancochadas
comunicándonos en insinuantes miradas
sin saber siquiera cuál es nuestro nombre.
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Descubriste la insaciante sed de mi alma
que sólo tu grata presencia puede saciarla
de favor acepta el encomio de quien te ama.
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La cicatriz que no puedes desaparecerla seré,
desde que te soñé no puedo olvidarte...
sólo que cada vez puedo más y más amarte.
III
Lo cotidiano es el fruto de la activo.
Depósitos son las tazas de porcelana
de todo cuanto aciaga la grande ventana
y todo cuanto produce este acto pasivo.
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Quiero decirte que lo versado del perdón
es todo cuanto desespera corazoncito.
¿Has visto cómo llora el infinito?...
porque la luna está vestida de confusión.
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El círculo ya nos es círculo sino un mundo
que rota en la elíptica de tus pensamientos
filtrándose en las persianas del amor profundo.
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Rebaso prohibiciones en tus consentimientos
creo que hacemos una buena pareja
y que Dios ordena que seamos dispareja.
IV
Esta mañana triste cojo mi dolor
para ser la lluvia que fresca tu casa,
este motivo que nunca cesa
al tener que amarte tanto mi bella flor.
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Dejo mi corazón anclado al ristre
de tus ansias y tus labios que los beso
para que tu cuerpo sea manjar con queso
que a nuestras almas sedientas nutre.
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Quiero beber la dulce miel de tu mirada
tiemblo porque me vistes de mil suspiros
en esta noche tenebrosa y crispada.
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Sin acariciarte no podré vivir।
No te sueño vestida de retiros
así de rodillas me lo tengas que pedir.
V
Las estrellas me hablan del verdor de los campos.
Y el corolario de los francos atardeceres
es el pentagrama de los vientos estivales
que nos permiten estar siempre enamorados.
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El tiempo a transcurrido para poder mirarte
y decirte en el lenguaje de mi silencio:
“Te acariciaré despacito, muy despacio...
quiero que recuerdes amor hasta la muerte”.
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Yo sé que después de aquel teclado de ensueños
siempre necesito volverte a contemplar
porque en tus brazos engendré mis retoños.
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Serás la autora de la herida en el calcañar।
Seremos dos complementos -¡Unidad absoluta!-;
por tanto, un problema es cosa diminuta.
VI
El hoy oye su sonido de otoño
en la concavidad convexa de mi sendero,
en la esfumunidad reiterada del tiempo
invoco tu nombre perlado de aguacero.
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Donde hay un dolor, hay una esperanza
en mis ojos de lento invierno
quien remoja el sillón ausente de la casa...
¡Pobre mi corazón sin melodía, relojito tierno!.
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No। No moriré en la distancia infinita...
será en tus labios(dulces cañas de mayo),
porque las rocas son desastilladas por el viento
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en una balada que de frío en mis oídos tirita,
me liquida extertoreando... por verte me doblego
en tu fresco regazo de rosas (mi dulce aposento).
VII
Qué fuerza llevará a mis pies a tu presencia
luego me das una sonrisa de dulce emblema
al tropezar con tu suave piel mi torpe yema
y convertirme en el holocausto de la excelencia.
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El tenerte días y horas rebasa mi repostera
porque de ti pende mi absurda vida
(cofre irrumpiendo una melodía preferida);
de pronto juego fastidioso ronda la esfera.
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Siempre te extraño, me siento celoso si estás ausente;
porque sé cuando me miras, estás sin palabras
y no le dictas a mi corazón tierna melodía de latidos
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(frío cadáver en estrecho sepulcro silente);
que sólo con tu mirada y aliento lo resucitarás
para dictarle tiernas melodías de latidos.
VIII
Con paso suave y cadencioso vienes por la lejanía
y tu fragancia ausenta mis pesares de otoño.
Carhuache exquisito... ¿Sabes cuánto extraño
tus dulces miradas?¡Cuerpo de manjar acepta mi pleitesía!.
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Mis torpes manos ¡Ojalá! Sean idóneas y diestras
para amasar el pan que los estómagos esperan,
rincones pobres y oledosos que plegarias entonan.
¡Déjame llorar sobre mis manos desérticas!.
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Has venido ahora para presentarme tus caricias;
embalsamas añejos recuerdos pendidos en el ropero,
en la hombrera de tus ansias o el bolsillo de sorpresas.
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Has venido ahora en actitud de gesto sincero
haciendo honor a la virtud de tus ancestros
porque me es difícil rubricar tus bellos secretos.
IX
Hoy que estás tan cerca de mi como mi perfume
y he llegado a dormirme en el regazo de tus ansias,
déjame cantarte en mi trino de distancias recorridas
y si he causado dolor de abismo permite disculparme.
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No es mi culpa: Los peñascos, el camino y el tiempo
y mi relicario (pájaro solitario del árbol más alto)
decirte en su silencio desplumado “Te extraño tanto,
te reconfortaré con mis besos bella flor del campo,
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seamos como la raíz al árbol, como el agua al manantial,
como el ocaso sangriento al atardecer. Palparte palmo
a palmo, ser tu sangre recorriendo fértiles predios
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donde sembraré la simiente silenciosa y coloquial
que saciará nuestra hambre, hambre de cataclismo
en las curtiembres de la resistencia y justicia exclamados.
X
Eres tan buena. Tan amable como nadie
y en mis manos eres la necesidad
que me esclaviza o la ansiada libertad
con su rostro de niña inocente que me sonríe.
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Me cuesta mucho adecuarme a tus reglas,
porque a veces en mi esclavitud monótona
soy un escéptico vistiendo religiosa sotana...
las palabras son extraviadas perlas
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que me hacen llorar de miedo y de rabia।
Me gustaría como el toro por las astas
cogerte, darte caricias sonriendo y jugando
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y producir las alborotadas notas de una rapsodia
como dos pequeños juegan a las escondidas
y después que te encuentre acariciarte llorando.
XI
Tranvía fugaz déjame tu pálido boleto,
déjame darle cosquillas a tu vientre abrigado,
déjame en la estación que tanto he poblado
de caricias tu amor, ya que casi he muerto
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sin el puerto donde anclan los sustantivos
y la iluminación de aquellos términos
sonantes como castañuelas en mis manos
hojas de copiosa selva de adjetivos.
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Cuando despierto resulto rodeado de humeantes
cienos. Tengo tantos carbones encendidos,
mas la leña muchas veces es verde o húmeda.
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Quiero prender mi fuego para cuerpos tiritantes;
mas mis dos luceros son de lágrimas inundados
porque la leña muchas veces es verde o húmeda.
XII
Apretaron dientes para resistir los golpes
cuando torvos latigazos surcaban sus lomos;
mas, turbias lágrimas descendían por los andes...
¡Cayeron en charcos de sangre endebles manos!
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Y mi amor zurcía con hebras de distancia
el poncho de mi canto hecho jirones de triunfos.
Yo esperaba una reina en democracia
y no ha maestros golpeados en los belfos...
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¡Cuánto te presta, te obsequia la mísera vida:
tu sueño de universo, tu canción de pueblo!
¿Por qué pagas lo que no debes en cachetada?
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Dieciocho millones de bocas exclamando “¡Huelgaaa!...
¡Sangre de caminos!”, es el sonante vocablo,
todos marchan en fila cual solemne hormiga.
GUALBERTO CRUZADO LEYVA